BERTROL

lunes, 31 de octubre de 2016

Tezcatlipuca

La historia de Oaxaca

Este relato esta lleno de misterios a cerca del pueblo de Oaxaca. Desde leyendas de gigantes y dinosaurios que vivieron ahi en el tiempo de los aztekas, hasta la llegada de la cruz de cristo en las islas de huatulco. la formacion de diversos frayles tan importantes para mexico y que han dejado impresionantes milagros al descubierto y a la vista de todos. asi como diversos trabajos tambien muy importantes, entre ellos el descubrimientos de dioses e idolos aztekas, entre ellos tezcaltipoca o alma del mundo, esmeralda o quetzalcoatl que se relaciona al jade tambien. asi mismo diversos trabajos de ordenes religiosas especiales como son los dominicos entre ellos fray bartolome de las casas con sus tratados y otros diversos frayles que estudiaron en el seminario mayor poblano, y erigieron divesos trabajos tan importantes de derecho como el tratado del derecho en el que se afirma que el abogado vive de los trucos del derecho para ejercer la disciplina segun lo afirma un titulo en latin. otros hallazgos importantes en estos libros son los servicios militares que han prestado los oaxaqueños, asi como historias de indios bautizados por primera vez en mexico 

jueves, 3 de abril de 2014

CAPITULO VEINTIUNO DE COMO UNA ABADESA FUE PREÑADA, Y POR SU CONVENTO FUE ACUSADA, Y DESPUÉS POR LA VIRGEN LIBRADA

Amigos y señores, compaña de prestar,
ya que os quiso Dios traer a este lugar,
si quisierais aún otro poco esperar,
de otro milagro más os querría yo hablar.

De otro milagro más os querría yo hablar
que hizo la gloriosa, estrella de la mar:
si quisieras oírme, muy bien podréis jurar
que de mejor bocado no podrías gustar.

En los tiempos derechos que corría la verdad,
que por nada decían los hombres falsedad,
vivían entonces a buenas, lograban vejedad,
veían a sus trasnietos en la séptima edad.

Hacía Dios por los hombres milagro cotidiano
porque nadie quería mentir a su cristiano;
tenían tiempos derechos en invierno y verano,
parecía que el siglo era todo bien llano.

Si pecaban los hombres hacían bien penitencia,
perdonabales luego Dios toda malquerencia;
tenían con Jesucristo toda su atenencia:
os quiero dar sobre esto una buena sentencia

Sobre una abadesa versará mi conseja,
que pecó en buen punto, según se me semeja;
quisiéronle sus dueñas revolver mala ceja,
pero no la empecieron por valor de una aveja.

Había en esta abadesa muchísima bondad,
era de gran razón y de gran caridad,
guiaba su convento de toda voluntad,
viviendo según regla con toda honestidad.

Pero la abadesa cayó una vegada,
cometió una locura que mucho está vedada,
pisó por su ventura yerba muy enconada;
cuando bien se cató, hallóse embargada.

Fuele creciendo el vientre contra sus dos tetillas,
se le fueron haciendo pecas en las mejillas:
las unas eran grandes, las otras más poquillas;
todas las primerizas sufren estas cosillas.

Fue por sus compañeras esta cosa entendida,
que no puede celarse una flama encendida;
pesábales  a unas verlas tan mal caída,
mas placíale mucho a la otra partida.

Apremiábalas mucho teníalas encerradas
y no les consentía hacer cosas vedadas;
querrían verla muerta las locas malhadadas:
sucede a los prelados esto algunas vegadas.

Vieron que ésta no era cosa para encubrir;
si no, el diablo de todas ellas podría reir:
al obispo por carta le enviaron a decir
que no las visitaba y lo debía sufrir.

Bien entendió el obispo esta mensajería:
o tenían contienda, o habían hecho folía;
vino a cumplir su oficio, y mientras las veía
pudo entender muy bien la pleitesía.

Dejemos al obispo holgar en su posada,
quedáse en paz y duerma junto con su mesnada;
digamos lo que hizo esa dueña embargada
que sabía que al otro día sería acusada.

Al lado de su cámara do se solía albergar
tenía un apartado, muy apuesto lugar:
ése era su oratorio, en el que solía orar;
de la Gloria era vocación el altar.

Allí tenía la imagen de la Santa Reina,
la que fue para el mundo salud y medicina;
teníanla adornada con bermeja cortina:
lo merecía que al cabo Ella fue su madrina.

Sabía que al otro día sería mal profazada,
que excusa no tendría esta cosa probada;
buen consejo  tomó la bienaventurada,
es de maravillar lo bien que fue acordada.

Abatióse por tierra delante del altar,
a la imagen cató y comenzó a llorar:
"Valme -dijo- Gloriosa, estralla de la mar,
que no hay otro consejo que me pueda prestar.

Madre, bien lo leemos, dícelo la Escritura,
que eres de tal gracia y de tanta mesura
que a quien de voluntad te dice su rencura
lo acorres al momento en toda su ardura."

Había al oratorio entrado ella señera,
no había demandado ninguna compañera.
Paró desamparada luedo de la primera,
más Dios y su ventura abriéronle carrera.

"Tú acorriste, Señora, a aquel desesperado
que de su sangre hizo carta con el pecado;
fue por tu buen consejo luego reconciliado:
esto todos los hombres te lo tienen en grado.

Tú acorriste, Señora, a María Egipciana,
que hizo muchos pecados, pues fue mujer liviana:
¡oh Señora bendita, de quien todo bien mana,
dame Tú algún consejo antes de la mañana!

Oh señora bendita, no te pude servir,
mas te quise alabar y siempre bendecir.
Digo verdad Señora, y no cuido mentir;
preferiría estar muerta si pudiese morir.

Madre del Rey de Gloria, de los cielos Reína,
haz manar de tu gracia alguna medicina,
libra de tal vergüenza a una mujer mezquina.
¡Esto, si Tú quisieras, podría ser aína!

Madre, por el amor de Tu Hijo querido,
Hijo sin mengua alguna, tan dulce y tan cumplido,
no sea rechazada, esta merced te pido,
que veo que me segudan en número crecido.

Si no tomas, Señora, para mi algún consejo,
me veo mal dispuesta para ir ante el concejo;
prefiero aquí morir, en este lugarejo;
si ante ellos me presento me gan de hacer mal trebejo.

Reína coronada, templo de castidad,
fuente de compasión, torre de salvedad,
en está cuíta mía muéstrame Tú piedad,
para mí no se agote tu tan grande piedad.

Quiero frente a tu Hijo poderte dar por fianza
que jamás tornaré a dar en esta erranza:
Madre, si falleciese, haz en mi tal venganza
que todo el mundo hable de mi gran malandanza,

Tan ahincadamente hizo su oración
que la escuchó la Madre llena de bendición:
amodorrida casi vio una gran visión,
tal que hacer debía en todos edificación.

miércoles, 2 de abril de 2014

CAPÍTULO VEINTAVO EL CLÉRIGO EMBRIAGADO

Otro milagro más os querría contar
que aconteció a un monje de hábito reglar:
el demonio lo quiso duramente espantar,
mas la Madre gloriosa súposelo vedar.

Desde que entró en la orden, desde que fue novicio,
a la Gloriosa siempre gustó prestar servicio:
guardóse  de locura y de hablar de fornicio,
pero hubo al final de caer de un vicio

Entróse en la bodega un día por ventura,
bebióse mucho vino sin mesura;
emborrachóse el loco, salió de su cordura,
yació hasta las vísperas sobre la tierra dura.

Bien a la hora de vísperas, el sol ya enflaquecido,
recordó malamente, caminaba aturdido,
salió para la claustra casi sin un sentido;
todos se dieron cuenta de que había bebida.

Aunque sobre sus pies no se podía tener,
iba para la iglesia, como solía hacer;
el demonio le quiso zancadilla poner
porque se lo cuidaba fácilmente vencer.

En figura de toro que anda escalentado,
cavando con los pies, ceño demudado,
con fiera cornadura, muy sañoso, airado,
parósele delante ese traidor probado.

Hacíale malos gestos esa cosa endiablada,
que le pondría los cuernos en medio la corada;
el bueno hombre tomó una mala espantada,
el buen hombre tomo una mala espantada,
mas le valió la Santa Reina coronada.

Vino Santa María con su hábito honrado,
tal, que de hombre vivo no sera apreciado;
metióseles por medio, entre él y el pecado,
y el toro tan soberbio quedó luego amansado.

Lo amenazó la dueña con la falda del manto
y esto fue para él muy pesado quebranto;
huyó y se desterró haciendo muy gran planto
y quedó el monje en paz, gracias al Padre.

Mas Luego al poco rato y a las pocas pasadas,
antes de que empezase a subir por las gradas,
lo acometió de nuevo con figuras pesadas,
a manera de can hiriendo a colmilladas.

Vino de mala guisa, los dientes regañados,
con el ceño muy turbio, los remellados,
para hacerlo pedazos, espaldas y costados:
"Mezquino -dijo él- graves son mis pecados."

Vino de mala guisa, los dientes regañados,
para hacerlo pedazos, espaldas y costados:
"Mezquino -dijo él- graves son mis pecados."

Bien se cuidaba el monje que era despedazado;
estaba en fiera cuita y andaba desmayado;
valióle la Gloriosa, ese cuerpo adonado,
y lo que hizo el toro por el can imitado.

Entrante de la iglesia, en la última grada
lo acometió de nuevo la tercera vegada
en forma de león, una bestia dudada,
que traía tal fiereza que no sería pensada.

El monje cuidó allí que era devorado,
porque en verdad veía un encuentro pesado,
y que esto le era peor que todo lo pasado,
y que esto le era peor que todo lo pasado:
dentro de su voluntad maldecía al pecado.

Decía: "¡Valma, gloriosa Madre Santa María,
valgame la tu gracia ahora en este día,
que estoy en ggran afrenta, en mayor no podria!
¡Madre, no pares mientes en la locura mía!"

Apenas pudo el monje la palabra monje la palabra cumplir
vino Santa María como solía venir,
con un palo en la mano para el León herir;
púsoseles delante y empezó a decir:

"Don alevoso falso, ya que no escarmentáis,
hoy os habré de dar lo que me demandáis:
bien lo habréis de comprar antes de que os vayáis;
a quien movisteís guerreros quiero que lo sepáis."

Empezóle dar tamañas palancadas,
no podían las menudas escusar las grandas;
padecía el león a buenas dineradas,
nunca tuvo en sus días las cuestas tan sobradas.

Decía la buena dueña: "Don falso traidor,
que siempre andas en mal y eres de mal señor,
si te vuelvo a encontrar por este derredor,
de lo que ahora tomas tomarás aún peor."

Borróso la figura, se empezó a deshacer,
nunca más se atravió al monje a escarnecer;
buen tiempo le llevó curar y reponer,
y estaba muy contento de desaparecer.

El monje que por todo esto había pasado
de la carga del vino aún no estaba aliviado,
que el vino con el miedo lo tenían tan sobado
que tornar no podía al lecho acostumbrado.

La Reína preciosa y de precioso hecho
tomólo por la mano, llevólo para el lecho,
cubriólo con su manta y con el sobrelecho,
so lá camveza púsole el cabezal derecho.

Además, cuando lo hubo sobre su lecho echado,
lo signó con su diestra, y fue bien santiguado;
dijo:"Amigo, descansa, que estás muy fatigado;
con un poco que duermas quedarás descansado.

Pero esto te mando, de firme te lo digo,
mañana a la mañana ve a Fulano, mi amigo;
confiésate con él y estarás bien conmigo,
porque es muy buen hombre, y darte buen castigo.

Quiere seguir mi vía, salvar algún cuitado,
poque esa es mi delicia, mi oficio acosumbrado;
quédate tu bendito y a que Dios encomendadado
pero no se te olvide lo que yo te he mandado."

Díjole el hombre bueno: "Dueña, a fe que debéis,
que tan grandes mercedes en mí cumplido habéis,
quiero saber quien sois, o que nombre tenéis,
porque yo gano en ello, y vos nada perdéis."

Dijo la buena dueña: "Sé tu bien sabedor:
yo soy la que parí al vero Salvador
que por salvar al mundo sufrió muerte y dolor,
,al que hacen los ángeles servicio y honor."

Díjole el hombre bueno: "Esto es de creer:
de Ti podría, Señora, esta cosa nacer.
Dejáte, Señora, por mi los pies tañer,
que nunca en este mundo veré tan gran placer."

Contendía el buen hombre, queríase levantar
por hincarse de hinojos y por sus pies besar;
mas la Virgo gloriosa no lo quiso esperar,
quitárselo de ojos, tuvo el gran pesar.

Por donde iba Ella él no lo podía ver,
mas veía grandes lumbres en redor de Ella arder;
por nada la podía de sus ojos toller,
y era bien que así fuese, pues le hizo gran placer.

La mañana siguiente, venida la luz clara,
busco al hombre bueno que Ella le mandara:
hizo su confesión con humildosa cara,
y no le celó un punto de cuanto le pasara.

El maestro a este monje, hecha la confesión
dióle consejo bueno y dióle absolución;
puso Santa María en él tal bendición
que valió más, por él, esa congregación.

Si antes era bueno, desde allí fue mejor;
a la Santa Reina, Madre del Criador,
amóla siempre mucho, hizole siempre honor;
fue feliz aquél que Ella acogió en su amor.

 Al otro hombre bueno no lo sabría nombrar,
al que Santa María lo mando maestrar;
amor cogió tan firme de tanto la amar
que dejaría por Ella su cabeza cortar.

Todas las otras gentes, legos y coronados,
clérigos y canónigos y los escapulados,
fueron de la Gloriosa todos enamorados,
que sabe socorrer tan bien a los cuitados.

Todos la bendecían y todos la alababan,
las manos y los ojos a Ella los alzaban,
referían sus hechas y sus laudes cantaban,
los días y las noches en eso los pasaban.

Amigos y señores, muévanos esta cosa,
amemos y alabemos todos a la Gloriosa;
nunca echaremos mano en cosa tan preciosa
que tan bien nos socorra en hora peligrosa.

Si la servimos bien, todo cuanto pidamos
lo ganaremos todo, bien seguros seamos:
aquí lo entenderemos, bien antes que muramos,
que lo que allí metiéramos harto bien lo empleamos.

Ella nos de su gracia, nos dé su bendición,
nos guarde de pecado y de tribulación,
de nuestras liviandades gánenos remisión,
que no vayan las almas nuestras en perdición.



















jueves, 13 de marzo de 2014

CAPITULO DIECINUEVEAVO. UN PARTO MARAVILLOSO

De otro milagro más os queremos hablar
que acaeció en otro tiempo en un puerto de mar:
entenderéis entonces, y la podréis jurar,
la virtud de María que obra en todo lugar.

Entenderéis por él cómo es la Gloriosa
por el mar y la tierra, por toda poderosa,
cómo vale aíne, porque no es perezosa,
y nunca encontró nadie madre más piadosa.

Cerca de una marisma que Tumba era llamada,
hacíase una isla a tierra a aproximada;
hacía la mar por ella su salida y tornada
dos veces en el día, o tres a la vegada.

En medio de isla, por las ondas cercada,
había una capilla a San Miguel sagrada:
era celda preciosa, de virtud bien probada,
pero era no poco arriesgada su entrada.

Cuando quería el mar hacia afuera salir
salía a fiera prisa, no se sabría sufrir:
aunque ligero, nadie le podría huir;
pero no poco arriesgada su entrada.

Él día de la fiesta del arcangel precioso
estaba el mar más quedo, yacía más espacioso;
oía el pueblo misa, mas no a son vagarosa,
huían luego a salvo a corso presuroso.

Un día por ventura con la otra mesnada
metió una mujer debilucha y preñada;
no supo regularse muy bien a la tornada,
y estaba arrepentida de haber hecho esa entrada.

Las ondas venían cerca, las gentes alongadas,
tenía con el desánimo las piernas embargadas;
no eran de valerle las compañas osadas,
y había en pequeño término que hacer muchas jornadas.

Sin poder hacer más, todos con aflicción
"¡Sin María, válgase!" decían de corazón.
La preñada mezquina, llena de desazón,
quedóse entre las ondas en fiera situación.

Los que habían salido, como no veían nada,
cuidaban sin duda que había muerte ahogada;
decían: "Esta mezquino fue desaventura;
¡sus pecados tendiéron una mala celada!"

Ellos esto diciendo encogióse la mar,
en muy pocos instantes retornó a su lugar,
queríales don Cristo gran milagro mostrar,
para que de su Madre tuviesen qué contar.

Ellos, que se pensaban  seguir por su carrera,
extiendieron los ojos, cataron a la glera
y vieron que venían que venía una mujer señera:
con su hijo en los brazos iba hacia la ribera.

Quedaronse las gente todas maravilladas;
su fantasía, pensaban, las traía engañadas;
pero fueron en poco tiempo certificados
y a Cristo daban gracias, todas mans alzadas.

Dijeron: "Decid, dueña por Dios y caridad,
por Dios os conjuramos, decidnos la verdad,
decidnos  de la cosa toda certinidad
y de la preñez cómo os librasteis contad.

Por Dios avino esto, eso no lo dudamos,
y por Santa María, que nosotros rogamos,
y el arcángel Miguel en cuyo honor andamos:
merece este milagro muy bien que lo escribamos."

" Oid -dijo la dueña-, oid, buena compañia;
yo creo que no oísteis nunca mayor hazaña:
será muy bien narrada por toda tierra extraña,
en África y en Grecia, y también en España.

Cuando vi que de muerte libramos no podía,
que de los ondas fiera circundada me veía,
encomendéme a Cristo y a su Madre María,
pues según mi entender de otro no dependía.

Estandome yo en esto sino Santa María,
cubrióme con la manga de su rica almejía:
ya no sentí el peligro más que cuando dormía;
si estuviera en un baño, más leda no estaría.

Sin cuitas y sin penas, y sin ningún dolor
parí este pequeñuelo, loada sea el Criador:
tuve buena madrina, no podría mejor;
me hizo misericordia la Madre del Señor.

En mi hizo gran gracia, no una, y sí doblada:
si por Ella no fuese hubiera muerto ahogada,
y me valio en el parto, que no fuese dañada:
ninguna mujer tuvo madrina tan honrada.

Así fue mi aventura, tal como yo os lo digo;
usó Santa María su gran piedad conmigo.
Así, todos debemos tomar de aquí castigo
y rogarle nos libre del mortal enemigo."

Tuvieron del milagro todos gran alegría,
rindieron a Dios gracia y a la Virgen María,
hicieron un buen cántico toda la cofradía:
podríalo en la iglesia cantar la clerecía.

viernes, 7 de febrero de 2014

CAPITULO DECIOCHOAVO LOS JUDIOS DE TOLEDO

En toledo la oble, que es arzobispado,
un día de gran fiesta por agosto mediado,
fiesta de la Gloriosa Madre del buen criado,
aconteció un milagro grande y muy señalado.

Estaba el arzobispo, un leal coronado,
en medio de las misa ante el altar sagrado,
óyendola rgan pueblo, pueblo bien adobado,
la iglesia bien llena y coro bien poblado.

La gente muy devota estaba en oración,
como hombres que quieren ganar de Dios perdón:
oyeron una voz de gran tribulación
por quien fue perturbada toda la procesión.

Habló una voz del cielo doliente y querellosa:
"Oid -dijo- cristianos, una extraña cosa:
esa gente judía, que es sorda y cegajosa,
nunca contra don Cristo estuvo más porfiosa.

Según lo que nos dicen las Santas Escrituras,
contra don Cristo hicieron muy grandes travesuras:
tajábame esa cuita a mí las asaduras,
pero al cabo pagaron por todas sus locuras.

No se dolían del Hijo que mal lo merecía,
ni de la Madre suya que cuita veía:
pueblo tan descosido, que tal mal cometía,
quien otro tal lo hiciese ningún tuerto le haría.

Los que en mala nacieron, falsos y traidores,
ahora me renuevan los antiguos dolores;
en gran pusa me tienen y con malos sudores:
en la cruz está mi Hijo, luz de los pecadores.

Otra vez crucifican a mi querido Hijuelo;
ninguna entendería cuán enorme es mi duelo.
En Toledo se cría un amargo majuelo:
no se crio tan malo nunca sobre ese suelo."

Oyeron esa voz toda la clerecía
y muchos de los legos de la mozarabía:
entendieron que era voz de Santa María,
que hacían contra ella los judía folía.

Habló el arzobispo que la misa cantaba,
lo escuchó bien el pueblo que cerca de él estaba:
"Creed -dijo-, concejo, que la voz que os hablaba
recibe gran ofensa, de ello se querellaba.

Sabed que los judíos hacen alguna cosa
contraria a Jesucristo, Hijo de la Gloriosa:
por esta cuita está Madre querellosa;
esta querella no es baldera o mentirosa.

Convento o consejo, cuanto aquí os veis,
poned miento en esto y no lo desdeñeis:
si la cosa buscais, la huella encontraréis,
y de esta malfetría derecho tomaréis.

Vayamos alas casas - esto no demoremos-
de los rabís mayores, porque algo hallaremos.
Dejemos los yantares, que bien los cobraremos;
si no, de la Gloriosa mal retados seremos."

Moviéronse los pueblos, toda la clerecía,
fuéronse con gran prisa para la judería;
guiolos Jesucristo y la Virgo María,
fue luego descubierta toda su alevosía.

Hallaron en la casa del rabí más honrado
un gran cuerpo de cera, como hombre formado;
como don cristo fue, era crucificado,
con grandes clavos preso, y gran llaga al costado.

Cuanta vergüenza hicieron sobre Nuestro Señor
allí toda la hacían, por deshonor.
Recaudáronlos luego, mas no con gran sabor,
lo que hacían  tomaron, así plugo al Criador.

Fueron bien recaudados los que prender pudieron,
diéronles yantar malo, cual ellos merecieron;
allí hicieron Tu autem, mala muerte tuvieron,
entendieron al cabo el mal seso que hubieron.

El que a Santa María la quisiere afrentar,
lo que éstos ganaron, eso habrá de ganar.
Más pensémosla nos en servir y en honor,
pues al cabo su auxilio nos deberá prestar.

jueves, 6 de febrero de 2014

CAPÍTULO DECISIETAVO LA IGLESIA PROFANADA

Había tres caballeros, todos de una amistad,
que con otro, vecino, tenían enemistad:
que grado lo mataran, de tener libertad;
en darle mala muerte ponían su voluntad.

Tanto pidieron ellos revolver y buscar
que un día que iba solo, según su barruntar,
écharonle celada, queríanlo matar:
mas lo querrían tener gran haber gaar.

El otro, que entendía que lo querían matar,
de modo alguno osó con ellos acampar;
empezó a huir, porque quería escapar,
moviéronse luego ellos, fuéronlo a encalzar.

El que iba huyendo con muy grande pavor,
pasó por una iglesia, de que hubo gran sabor:
era de la Gloriosa, levantada en su honor,
y en ella se escondió, mezquino pecador.

Los que lo perseguían que lo queán matar,
no tuvieron vergüen del sagrado lugar:
lo quiso la Gloriosa y Dios desamparar,
y viniéronle el alma de su cuerpo sacar.

Adentro, y en esa iglesia a la Virgo sagrada,
allí fue esta persona muerta y alvorada.
Túvose la Gloriosa por muy mal afrentarada,
y a los que la afrentaron no ganaron ahí nada.

La Reina de gloria túvose por prendada
porque su iglesia fue de tal modo violada;
de corazón pesóle, se sintió despechada,
y demostróles luego cómo estaba de airada.

Envió Dios en ellos un fuego infernal
que no ardía y quemada como el de San Marcial.
Quemábales los miembros de maera mortal,
decían a gran voces: " Santa María, nos val!"

Con esta majadura estaban muy maltrechos,
perdás pies y manos, quedaban contrahechos,
las piernas y los brazos bien cerca de los pechos;
iba Santa María cobrando sus derechos.

Los pueblos lo entendian, y ellas no lo negaban,
que habían merecido todo cuanto penaban,
por no considerar, mientras que las violaban,
las virtudes sañosas que ahora los majaban.

Cada día empeoraban hasta más no poder;
los santos ni las santas no les querían valer;
decidiéronse entonces- antes debían hacer-
volverse a la Gloriosa que los hacía arder.

Rogándola cayeron delante de su altar,
llorando de los ojos cuantos podían llorar
decían : "Madre Gloriosa, digna a nos perdonar,
que no encontramos otros que nos pueda prestar.

Si merecimos mal, ricamente pagamos:
no nos saldrá de mientes mientras vivos seamos
Madre, si nos perdonas, muy bien te lo otorgamos,
que en tu iglesia jamás fuerza nunca te hagamos.

Madre, te dan buen precio porque eres piadosa;
siempre tienes piedad, aún cuando estás sañosa.
Madre llena de gracia, perdón por esta cosa;
danos buena respuesta, templada y bien sabrosa.

Madre,estamos repisos del yerro que te hicimos;
erramos duramente gran locura trajimos;
tuvimos gran quebranto, mayor lo mercimos,
pero hemos pechado lo quea escote comimos.

Madre, si no nos vales, de ti no partiremos;
si tú no nos perdonas, de aquí no nos iremos.
Si tú no nos socorres, en nada confiaremos,
que sin ti de esta fiebre librarnos no podemos."

La Madre Gloriosa, solaz de los cuitados,
no deseñó el gemido de aquellos lacerados:
no cató ni sus méritos ni cató sus pecados,
a su mesura, y valió a los quemados.

Esta dueña piedosa que estaba ates airada,
fue perdiendo la ira y fue más amansada;
la saña que tenía les fue al fin perdonada,
y la engermedad todo fue luego terminada.

Amasaron los fuegos que los hacían arder,
tenían mayor remedio que el que solían tener,
sentían que la Gloriosa los solían acorrer,
lloraban del gran gozo, no sabían que hacer.

Amasaron los fuegos, perdieron los dolores,
mas nunca de sus miembros quedaron bien señores:
siempre fueron contrahechos, siempre mendigadores,
siempre se proclamaban muy grandes pecadores.

Con esta mejoría que Dios les quiso dar
fueron luego al obispo su absolución ganar;
hicieron confesión como era de esperar,
llorando de los ojos, mostrando gran pesa.

Maestrólos el obispo, oyó su confesión,
entendió que venían con buena contrición,
dióles su penitencia, después la absolución
de todo lo ál pasado, después su bendición.

Sobre las romerías que les mandó andar,
las muchas oraciones que les mandó rezar,
les mandó para siempre a sus cuestas llevar
las armas con que fueron la iglesia a quebrantar.

Estas penitenciales, cuando fueron maestrados
y fueron luego absueltos de todos sus pecados,
se separaron todos, tristes, desconsolados;
fueron a sendas partes de sus armas cargados.

A sendas partes fueron, juntos ya no estuvieron,
y según mi creencia ya nunca más se vieron,
nunca más bajo un techo los tres juntos yacieron;
lo que mandó el obispo de corazón cumplieron.

Si en hacer la enemiga fueron bien inspirada:
en hacer penitencia fueron bien inspirados:
sin mirar el dolor andaban lacerados,
pasando malas noches y días negros cerrados.

Si en hace el pecado ciego y botos fueron,
muy firmes y devotos luego lo ompusieron;
fueran muchas o poco los díasque vivieron,
siempre sobre sus carnes penitencia tuvieron.

De todos tres el uno, muy flaco y lacerado,
hasta Andfridi llegó como dice el dictado:
hospedosó en la villa, albergue le fue dado
por una mujer santa que lo tuvo hospedado.

Contóles a sus huéspedes toda esta aventua,
de cómo en una iglesia hicieron desmesura,
cómo Santa María tuvo de ellos rencura,
y cómo se perdían de mala calentura.

Temiendo que su dicho no le sería creído,
delante muchos hombres quitóse su vestido,
y les mostró un hierro que traía escondido
ceñido a la carona, correón desabrido.

Podría tener de ancho una media palmada;
cerca del hierro estabala carne muy hinchada,
la que yacía debajo toda estaba quemada;
marchóse el otro día, bien por la madrugada.

 Quedáronse los hombres todos maraavillados,
que oían fuertes dichos, veían miebros dañados;
doquiera se juntaban mancebos o casados
todos hablaban de eso, jóvenes o barbados.

Este milagro fue luego escrito y notada para
para evitar que fuese en el olvida echado:
cogieron muchos miedo de caer en tal pecado,
de quebrantar iglesia o lugar consagrado.

Tal es Santa María, lo podeís entender:
sabe a los que mal andan en mala red coger;
sobre los convertidos mercedes sabe hacer:
muchos son los ejemplos que de esto podéis ver.

Tantos son los ejemplos que no serían contados,
que creen cada día - diciendo los dictados-:
cien por cada uno de éstos, son diezmos mal echados.
Ella suplique a Cristo por los pueblos errados.




domingo, 2 de febrero de 2014

CAPÍTULO DIECISEISAVO EL NIÑO JUDIO

En la ciudad de Borges, una ciudad extraña,
acaeció en otro tiempo una buena hazaña :
en Francia fue sonada, también en Alemania,
y es de otros milagros semejante y calaña.

Un monje la escribió, hombre bien verdadero
que era en San Miguel de la Clusa claustrero:
en aquel tiempo era en Borges hostalero;
Pedro era su nombre, de ello estoy bien certero.

Tenía en esa villa, como era menester,
un clérigo una escuela de cantar y leer:
tenía muchos criados que iban a aprender,
hijos de buenos hombres que querían más valer.

Venía un judihuel natural del lugar
por sabor de los niños, con ellos por jugar;
acogíanlo los otros, no le daban pesar,
tenían con él todos sabor de deportar.

El domingo de Pascua, temprano de mañana,
que toma Corpus Domini toda la grey cristiana,
tomóle al judihuelo de comulgar gran gana:
comulgo con los otros el cordero sin lana.

Y mientras comulgaba con muy grande presura,
el niño judihuelo alzó la catadura
y vio sobre el altar una bella figura,
una dueña muy bella con muy gentil criatura.

Y vio que aquella dueña que allí sentada estaba
a los grandes y chicos ella los comulgaba;
págose de ella mucho: cuanto más la cataba
de su hermosura tanto más él se enamoraba.

Salióse de la iglesia muy alegre y pegado,
fuese luego a su casa como tenía vezado;
lo amenazó su padre porque había tardado,
que era merecedor de ser bien fustigado.

"Padre-le dijo el niño- yo no os negaré nada,
que con los cristianillos salí de madrugada,
con ellos oí misa ricamente cantada,
y comulgué con ellos de la hostia sagrada."

Pésole de esto tanto al malaventurado
como si lo estuviera o muerto o degollado
no sabía con la ira qué hacer el endiablado,
hacía figuras malas como un endemoniado.

Tenía adentro en su casa este perro traidor
un horno grande y fiero que daba gran pavor
y lo hizo encender el loco pecador
de manera que echaba soberano calor.

Tomó a este niñuelo el falso descreído
así tal como estaba de calzado y vestido;
dio con él en el fuego bravamente encendido:
¡mal recibía tal padre que tal hace a su hijo!

Metio la madre voces a grandes carpellidas,
tenía con sus uñas las mejillas heridas;
hubo allí muchas gentes al momento reunidas
que de tan fiera queja estaban aturdidas.

El fuego, aunque era bravo, hizo de tal manera
que no lo dañó un punto: piadosa fue la hoguera;
el niñuelo bien salvo salió del fuego a fuera:
del rey Omnipotente un milagro era.

Estaba en paz el niño en medio la fornaz,
en brazos de su madre no estaría más en paz;
del fuego no cuidaba más que de otro rapaz,
que le hacía la Gloriosa compañía y solaz.

Salió de aquella hoguera sin ninguna lesión,
el calor no sintió más que otra sazón,
no sufrió tacha alguna, ni más tribulación,
porque Dios había puesto en él su bendición.

Preguntáronle todos, judíos y cristianos,
cómo pudo vencer fuegos tan soberanos
cuando él no mandaba ni los pies ni las manos:
quién lo protegía dentro los hiciera certanos.

Respondióles el niño palabra señalada:
" la dueña que se estaba en la silla dorada
con su Hijo en los brazos sobre el altar sentada,
ésa me defendía y yo no sentía nada."

Entendieron que era Santa María ésta,
que en tempestad tan fiera tuvo defensa presta;
cantaron grandes laudes, hicieron rica fiesta,
pusieron tal milagro junto con la otra gesta.

Cogieron al judío, al falso desleal,
a aquel que había hecho a su hijo tan gran mal,
ligáronle las manos con un fuerte dogal
y dieron con él dentro de ese fuego caudal.


El tiempo de contar unos pocos pepiones
tardó él en tornarse cenizas y carbones:
no decían por su alma ni salmos ni oraciones,
más decían denuestos y grandes maldiciones.

Decianle mal , le hacian mala ofrenda,
decían por Pater Noster " Quien tal hace, tal prenda",
de la comunicanda Domni Dios nos defienda,
y con el diablo sea esta maldita prenda

Tal es Santa María, la que es de gracia llena,
por servicio da gloria, por deservicio pena,
a los buenos da trigo, a los malos avena,
los unos van en gloria, los otros en cadena.

El que le hace servicio es de buena ventura,
quien le hizo deservicio nacío en hora dura;
los unos ganan gracia y los otros rencura:
a buenos como a malos su hecho los mestura.

Los que tuerto le hacen o que la desirvieron,
ganaron merced de Ella, sí bien se la pidieron:
nunca rechazó a aquellos que bien la requierion,
ni en cara les écho el mal que antes le hicieron.

Por probar esta cosa que afirmada tenemos ,
digamos un ejemplo hermoso que leemos:
cuando fuera contado, mejor aún lo creeremos,
de buscarle pesar mejor nos guardaremos.  

   

     

viernes, 31 de enero de 2014

CAPÍTULO QUINCEAVO. LA BODA Y LA VIRGEN

En la ciudad de pisa, ciudad bien cabecera
que en puerto de mar yace, rica de gran manera,
un canónigo había de muy buena alcavera:
llamaban San Casiano donde él canónigo era.

Como lo hicieron otros de que arriba contamos,
que de Santa María fueron los capellanos,
éste la amaba mucho más que muchos cristianos,
y le hacía servicio con sus pies y sus manos.

No usaba en ese tiempo aún la clerecía
recitarte las horas, a ti, Virgo María,
pero él las decía siempre, a cada día,
de ello tenía la Virgen gran sabor y alegría.

Sus parientes tenían este hijo señero;
cuando ellos finasen sería buen heredero:
dejábanle de mueble asaz rico cillero,
que tenían casamiento bastante deseadero.

Cuando el padre y la madre fueron ambos finados,
vinieron los parientes tristes y desolados:
decíanle que casara y tuviera hijos criados,
que no quedasen yermos lugares tan preciados

Cambióse de propósito, dejó el que antes tenía,
cedió a la ley del siglo, y dijo que lo haría.
Buscáronle la esposa tal cual le convenía,
y fijaron el día que las bodas haría.

Cuando llegó el día de las bodas correr
iba con sus parientes a buscar su mujer;
ahora a la Gloriosa no podía atender
como bien lo solía en otro tiempo hacer.

Yendo por el camino a cumplir su concierto
se acordó de la Virgen a quien hacía este tuerto;
se tuvo por errado y se tuvo por muerto,
y pensó que esta cosa llegaría a mal puerto.

Pensando en esta cosa de corazón cambiado,
encontró una iglesia, lugar a Dios sagrado;
dejó las otras gentes fuera del portegado
y entro a hacer oración el novio refrescado.

Entróse de la iglesia al último rincón,
inclinó sus hinojos, hacia su oración,
vino a él la Gloriosa plena de bendición,
y como con gran saña díjole esta razón:

"Don bobo, desgraciado, torpe y enloquecido,
¿en qué ruidos te andas, y en qué cosa has caído?
pareces herbolado que has las hierbas bebido
y que eres del báculo de San Martín tañido.

Asaz eras barón bien casado conmigo,
yo mucho te quiería como a buen amigo;
pero tú andas buscando mejor que pan de trigo:
no valdrás más, por eso, de cuanto vale un higo.

Si tú a mí me quisieras creer bien y escuchar ,
de la vida primera no te  habrias de apartar,
y no me dejarías para otra tomar:
si no , la leña a cuestas la tendrás que llevar."

Salióse de la iglesia ese novio maestrado;
todos se querellaban porque había tardado
Siguieron adelante a concluir su mandado
y fue todo el negocio aína recabado.

Hicieron ricas bodas, la esposa ya ganada
- sería gran afrenta a fuera desdeñada-
Con este novio estaba la novia bien pagada,
pero ella no entendía do yacía la celada.

Supo encubrirse bien el sesudo varón.
la lengua purida le guardó el corazó.
Reina y divertíase, como era de razón,
pero lo había abrasado por dentro la visión.

Tuvieron ricas bodas y muy gran alegría,
como nunca mayor tuvieron en un día.
Pero écho la remanga por ahí Santa María,
y aunque en sequero, hizo una gran pesquería.

Cuando vino a la noche la hora de reposar,
hicieron a los novio lecho en que descansar;
antes de que pudieron ningún solaz tomar,
los brazos de la novia no tenían qué apretar.

Saliséle de manos, huyséle el marido,
nunca saber pudieron a dónde hubo caído;
súpolo la Gloriosa tener bien escondiedo
y no consintió Ella que fuese corrompido.

Dejó mujer hermosa y muy gran posesión,
lo que harían bien pocos de los que ahora son:
nunca saber pudieron ádonde cayo o non:
quien por Dios tanto hace, tenga Su bendición.

Creemos y pensamos que este buen barón
buscó algún buen lugar de grande religión
y estuvo allí escondido, viviendo en oración,
por donde ganó su alma de Dios buen galardón.

Bien debemos creer que la Madre Gloriosa,
por quien hizo este hombre esta tamaña cosa,
no sabría olvidarlo, siendo como es piadosa,
y bien lo haría posar allá donde Ella posa.









jueves, 19 de diciembre de 2013

CAPÍTULO CATORCEAVO. LA IMAGEN RESPETADA

San Miguel de la Tumba es un gran monasterio;
el mar lo cerca todo, y él yace allí en el medio:
es lugar peligroso, do sufren gran lacerio
los monjes que allí viven en ese cementerio.

En este monasterio que tenemos nombrado
había de buenos monjes buen convento proado,
altar de la Gloriosa muy rico y muy honrado,
y en él imagen rca de precio muy granado

Estábase la imagen en su trono sentada,
con su Hijo en sus brazos, -cosa es acostumbrada-,
de reyes en redor muy bien acompañada,
como rica Reina de Dios santificada.

Tenía rica corona como rica Reina,
por encima una impla en lugar de  cortina;
bien estaba entallada de una labor muy fina:
valía más aquel pueblo que la tenía vecina

Colgábale delante un buen aventadero;
en lenguaje seglar le dicen moscadero;
de alas de pavones lo fabricó el obrero:
Lucía como estrellas, semejante al lucero.

Cayó un rayo del cielo por los graves pecados
y la iglesia incendió por los cuatro costados;
quemó todos los libros y los paños sagrados,
y por poco los monjes no muriero quemados.

Ardieron los armarios y todos los frontales,
las vigas, las gateras, calices y ciriales:
sufrió Dios esta cosa como sufre tales.

Y a pesar que fue el fuego tan fuerte y tan quemante,
ni llegó al flabelo que colgaba delante,
ni le hizo de daño yo al obispo don Tello.

Continens et contentum fue todo estragado,
todo se hizo carbón y fue todo asolado
mas en torno a la imagen cuanto abarca un estado
el fuego no hizo mal, porque no era osado.

Fue fiera maravilla que no e hicieran mella,
que ni el humo ni el llegaran hasta ella:
el flabelo colgaba más claro que una estrella,
el Niño estaba hermoso, y hermosa la Doncella.

El preciso milagro no cayó en el olvido,
fue luego bien dictado y en esrcrito metido;
mientras el mundo sea ha de ser referido:
algún malo, por él, al bien fue convertido.

La Virgo benedita, Reina general,
como libró a su toca de este fuego tal,
así libra a sus siervos del fuego perennal,
y los lleva a la gloria do nunca vean mal.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Capítulo Treceavo El Nuevo Obispo

En la misma ciudad había un buen cristiano,
tenía nombre Jerónico, era misacantano,
había a la Gloriosa servicio cotidiano
los días y lasnoches, en inverno y verano

Vino por aventura el obispo a afinar
no se podían por nada sobre el nuevo acordar;
tuvieron triduano, querían a Dios rogar
para que Él les mostrase a quién debían nombrar.

A un hombre católico y bien de religión 
hablóle la Gloriosa y le dijo en visión:
"Varon, ¿por que seguís en esta disensión?
En mi creendero debe recaer la elección."

Díjole el hombre bueno para estar bien certero:
"¿Quién eres tú que me hablas, y quién el creendero?"
"Yo soy - le dijo Ella - la Madre de Dios vero;
Jerónimo le dicen al que es mi clavero.

Sé tú mi mensajero y lleva este mandado:
Yo te mando que sea al puento ejecutado.
Si ál hace el cabilo,será mal engañado,
y no será mi Hijo  de su hecha pagado".

Él lo dijo, y creyéronlo esto los electores;
de quién fuese Jerónimo no eran sabedores;
metieron por la villa hombre barruntadores:
darían buena albricia a los demostradores.

Hallaron a Jerónimo, preste era parroquial,
hombre sin grandes nuevas, sabía poco de mal;
de la mano llevarónlo a la sea catedral,
diéron por pitanza la silla obispal.

Y siguiendo el mensaje que dio Santa María 
lo nombraron obispo y señor de Pavía;
tuvieron de esto todos gran sabor y alegría,
que venían que la cosa venía por venía por bueno vía.

Fue un obispo muy buen y pastor derechero,
león para los bravs, con las manos cordero;
guiaba  bien, no como soldadero,
mas como pastor firme, el que está bien facero.

Guióle sus asuntos Dios, Nuestro Señor,
tuvo bueno la vida, y el fin mucho mejor :
al salir de este mundo fue al otro mayor, 
guiólo la Gloriosa Madre del Creador.

Madre que es tan piadosa sea siempre alabada,
sea siempre bendito, sea siempre adorada,
pues pone a sus amigos en honra tan granada
y su misericordia no sería comparada.  

martes, 17 de diciembre de 2013

Capítulo Doceavo. El prior y el sacristán

En una Villa buena, la que llaman Pavía,
ciudad de gran riqueza que yace en Lombardía,
un convento muy bueno adentro de ella había,
lleno de bueno hombres, muy santa compañia.

El monasterio había sido alzado en honor
del que salvó al mundo, Señor San Salvado;
había por ventura dentro de él un prior
que no quería vivir sinón a su lugar.

Tenía el hombre bueno la lengua muy errada,
decía mucho horrura por la regla vedada;
no llevaba una vida demasiado ordenada,
pero decía mucha horrura por la regla vedada;
no llevaba una vida demasiada ordenada,
pero decía sus horas de manera templada.

Tenía una costumbre que la fue de provecho:
decía todas sus horas como monje derecho,
a las de la Gloriosa estaba siempre erecho,
y el demonio tenía por ello gran despecho.

Pero aunque semejaba en otras cosas boto
y, como lo dijimos, era muy boquirroto,
en amar a la Virgen era siempre devoto
y decía su oficia su corde toto

Vino, cuando Dios quiso, este prior a finar,
y cayó en un exilio en áspero lugar.
Ningún hombre os podría el lacerio contar
que el prior llevaba allí, ni podría pensar.

Había un sacristán dentro de esa abadía
que guardaba las cosas de la sacristanía:
Huberto se llamaba, cuerda era, y sin folía;
el convento por él no menos, más valia.

Antes de los maitines, y muy madrugada,
se alzó este moje para rezar su matinado,
tañer a los maitines, despertar la mesnada,
aderezar las lámparas, alumbrar la posada.

El prior de la casa, más arriba mentado,
se había cumplido un año desde que había finado,
pero su pleito fue al renovado
como lo estaba el día en que fue soterrado.
El monje de la casa, el sacristán era,
antes que le tocase tañer la monedera
alimpiaba las láparas por tener más lumbrera,
cuando se espantó mucho por extraña manera.

Oyó una voz de hombre, muy flaquilla y cansada;
decía: “Fray Huberto” no solo una vegada.
Reconocióla Huberto, y no dudó ya nada
que la voz del prior era; tomó gran espantada.

Salióse de la iglesia, fuése a la enfermería;
no llevaba de miedo la vountad vacia:
no iría tan aprisa yendo de remería;
don Bildur lo llevaba ¡ por la cabeza mia!

Estando de tal guisa fuera de su sentido
oyó: “ Huberto, Huberto, ¿Por qué no has respondido?
Cata no tengas miedo, que el color has respondido
trata de resopnderme, pregunta lo que pido.”

Entonces dijo Huberto: “prior, a fe que debéis,
quiero que cómo estáis al punto me contéis,
porque sepa el cabildo de qué manera os veis,

cuál estado esperáis y qué estado tenéis.”  

sábado, 27 de abril de 2013

El parkour femenino

El Parkour femenino por Gema Cabanillas.

Vamos a hacer una prueba. Busca en google “Traceur”. ¿Resultados? Aproximadamente 635.000. Ahora busca “Traceuse”. 140.000.
¿Por qué el Parkour cuenta con más practicantes masculinos en sus filas que femeninos? Es una pregunta complicada. Conozco acerca de 10-15 traceuses en toda España. ¿Por qué somos tan pocas?
Cuando le cuento a alguna amiga que practico Parkour he visto reacciones de todo tipo. Los comentarios que más abundan son: “¡Caray, tienes que tener una fuerza impresionante!” “A mí me daría mucho miedo” “Yo es que soy muy patosa” “Es que cuando veo en vídeos lo que hacéis… parece muy difícil” “¡La de veces que me caería yo si hiciera eso!”.
Realmente, nada más lejos de la realidad.
Si empiezas a practicar parkour y no tienes la preparación física adecuada, simplemente la vas a ir ganando mientras entrenas. Obviamente cuanta más preparación física tengas, menos te costará avanzar respecto al plano físico, pero… ¿qué pasa con el mental?
Lo que de verdad importa es el esfuerzo, las ganas y el tiempo que le dediques. No hace falta nada más que eso para moverte y sentirte a gusto. Sencillamente no vas a poder hacer ciertas cosas hasta que no entrenes más y vayas ganando experiencia y control. Nadie nace sabiendo, ¿no?
Si quieres empezar a practicar parkour, trata de encontrar gente en tu ciudad que te ayude en los comienzos, siempre viene bien compartir tus experiencias y aprender de las de los demás. Así aprenderás más rápido y seguro que será más divertido.
Pk fem
Simplemente sal y haz lo que te gusta. Es difícil empezar, pero lo es más aún mantenerse y evolucionar. Si te gusta lo que haces, disfrutarás esforzándote y poniéndote nuevos retos cada día. El parkour no solo se trata de fuerza física; se trata de disciplina, responsabilidad y confianza, pero también de diversión. ¡Disfruta de lo que haces!
Ahora bien… Seamos honestos. Ponemos muchas excusas a la hora de entrenar. La fuerza, el cansancio, el miedo, la vergüenza, el pecho… excusas las hay para todos los gustos. Yo las he puesto todas. Y también las he oído. Pero cuando las he oído, he sabido lo que estaba pasando. Simplemente he tratado de ir apartándolas cuando las he escuchado, y así he visto cómo las chicas que me las decían crecían poco a poco sin excusas de por medio.
Simplemente, hay que desechar esas ideas y seguir adelante, intentando, fallando y teniendo éxito, creciendo.
Adáptate. Ve amueblando tu cabeza y haciéndote a la idea de que tienes que probar, tienes que caer; de que tu cuerpo va a ir cambiando, de que vas a sudar, te vas a hacer heridas y vas a tener callos en las manos. Cuando pases por todo eso, y finalmente veas tu progreso, notarás una sensación de satisfacción y bienestar que con otras cosas no podrás tener; porque nadie te obliga a seguir adelante. Eres tú, eres tú y tu esfuerzo, y nadie puede entrenar por ti. Es algo que te sale de dentro, y por eso la satisfacción es tan grande.

Últimamente se ven muchos vídeos femeninos de ex-gimnastas que, obviamente, tienen una gran experiencia y un control que les ha proporcionado entrenar durante años bajo la más estricta disciplina y seriedad. Eso es algo que tienen ganado, y por supuesto tiene su mérito.
Pero no debemos compararnos con nadie. Entrena por y para ti. Hay muchas formas diferentes de entrenar, encuentra la tuya, encuentra tu estilo, desarróllalo, no lo busques en los demás. No te cierres, inventa, descubre, supera tus miedos. Conoce gente nueva, viaja, prueba diferentes entrenamientos. Sólo muévete, ve creciendo al ritmo que consideres oportuno, fusiónate con tu entorno y ponle ganas, diviértete. Lo demás… Lo demás viene solo.

Antes de que te des cuenta, el Parkour estará dentro de ti.

martes, 26 de marzo de 2013

Milagros de nuestra señora. Capítulo Once " El Labrador Avaro"

Érase en una tierra un hombre labrador
que usaba de la reja más que de otra labor;
más amaba la tierra que no a su Criador,
y de muchas maneras era revolvedor.

Hacía una eemiga bien sucia de verdad
cambiaba los mojones por ganar heredad;
hacía en todas formas tuertos y falsedad,
tenía mal testimonio entre su vecindad.

Aunque malo, quería bien a Santa maría,
oía sus milagros muy bien los acogía;
saludábale siempre, decíale cada día:
"Ave gratia plena que pariste al Mesías".

Finó al arrastrapajas de tierras bien cargado
de los diablos fue luego en soga cautivado;
lo arrastraban con cuerdas, de coces bien sobado,
le pechaban al doble el pan que dio mudado.

Doliéronle los ángeles de esta alma mezquina
por cuanto la llevaban los diablos en rapiña;
quisieron acorrerla, ganarla por vecina,
mas para hacer tal pasta menguábales harina.

Si les decían los ángeles de bien una razón,
ciento decían los otros malas, que buenas non;
los malos a los buenos tenían en un rincón,
la alma por sus pecados no salía de prisión.

Levantándose un ángel dijo: " Yo soy testigo,
verdad es, no mentía esto que ahora os digo:
el cuerpo que traía esta alma consigo
fue de Santa María buen vasallo y amigo.

Siempre la mencionaba al yantar y a la cena,
decíale tres palabras; Ave, gratia plena
Boca por que salía tan santa cantinela
no merecía yacer en tan mala cadena."

Luego que este nombre de a Santa Reina
oyeron los demonios, salieron tan aína,
derramáronse todos como una neblina
desampararon todos a esa alma mezquina.

Los ángeles la vieron quedar desamparada,
de manos y de pies con sogas bien atada,
estaba como oveja cuando yace ezarzada:
fueron y la llevaron junto con su majada.

Nombre tan adonado, lleno de virtud tanta,
y que a los enemigos los seguda y espanta,
no nos debe doler ni lengua ni garganta
que no digamos todos: Salve, Regina sancta.

Milagros de nuestra señora, capítulo décimo. "Los dos hermanos"

En la villa de Roma, esa noble ciudad
que es maestra y señora de toda cristiandad,
había dos hermanos de gran autoridad;
era clérigo el uno, y el otro potestad.

Pedro decían al clérigo, tenía nombre tal,
varón instruido y noble, del papa cardenal,
pero que entre sus mañas tenía una sin sal:
tenía gran avaricia que es pecado mortal.

Esteban era el nombre que tenía el otro hermano;
entre los senadores no lo había más lozano;
era muy poderoso en el pueblo romano;
tenía en prendo prendis muy bien hecha la mano.

Era muy codicioso, mucho quería prender,
falseaba los juicios por mejorar su haber,
tollía a todo el mundo lo que podía toller.

Con muchos juicios falsos que echó de paladares
a San Lorenzo el mártir le quitó tres casares,
y perdió Santa Inés por él buenos lugares
y un huerto que valía de sueldo muchos pares.

Murióse el cardenal don Pedro el honrado
y se fue al purgatorio como lo había ganado;
antes de pocos días fue Esteban finado,
y atendía tal juicio como los que había dado.

San lorenzo lo vio, católo feamente,
apretólo en el brazo tres veces duramente;
quejóse don Esteban bien adentro del vientre:
no oprimieran tenazas de hierro más cruelmente.

Y lo vio Santa Inés, a quien él quitó el huerto;
le volvio las espaldas y le dio rostro tuerto.
Entonces dijo Esteban: "Mala seña es por cierto;
toda nuestra ganancia nos salió por mal puerto."

Y Dios nuestro señor, alcalde derechero,
al que no se le encubre bodega ni cillero,
dijo que fue este hombre pésimo ballestero:
"Cegó a muchos hombres, no a un señero,

desheredó a muchos por mala vocería,
siempre por sus pecados tramaba alevosía
y no merece entrar en nuestra compañía :
vaya a yacer con Judas a aquella enfermería."

Tomáronlo con lazos los guerreros antigüos
los que siempre nos fueron mortales enemigos;
dábanle por pitanza no manzanas ni higos,
sino vinagre y humo, heridas y pelcigos.

Esteban vio a su hermano con otros pecadores
donde estaba el mezquino en muy malos sudores:
daba voces y gritos, lágrimas y clamores,
tenían gran abundancia de malos servidores.

Ya a su alma habían llevado cerca de la posada
do nunca vería cosa de que fuese pagada:
no vería sol, ni luna, ni la buena rociada,
y quedaría en tiniebla, como emparedada.

Dijo: "Decidme, hermano yo saberlo quisiera:
¿por qué culpa estáis en condena tan fiera?
Porque si dios lo quiere, y yo hacerlo pudiera,
os buscaría socorro del mundo que supiera."

Dijo Pedro: "En la vida traje gran avaricia,
túvela por amiga a vueltas en codicia;
por eso ahora estoy puesta en tan mala tristicia;
quien tal hace tal pague, esto es fuero y justicia.

Pero si el Apostol, junto a su clerecía
cantase por mí misa tan solamente un día,
confío en la gloriosa Madre Santa María
que me daría Dios luego alguna mejoría."

Este varón Esteban de quien hablamos tanto,
aunque muchas maldades traía bajo el manto,
tenía una bondad, y era que amaba a un santo,
tanto, que no podríamos mostrar nosotros cuánto.

Amaba a San Proyecto, mártir de gran valor;
guardaba bien su fiesta como a muy buen señor:
le hacía rico oficio, y también gran honor
con limosnas y clérigos cuanto podía mejor.

Y a Lorenzo y a Inés, aunque muy despechados,
porque fueron por él antes desheredados,
moviólos la piedad quedaron amansados,
y ambos cantaron más a Dios que a sus pecados.

Fueron hacia Proyecto, de quien fuera rendido,
dijéronle; "Proyecto, no te estés adormido:
piensa un poco en tu Esteban, que anda escarnecido,
dale su galardón porque te hubo servido."

Fue él ante la Gloriosa que luce más que estrella
movióla con gran ruego, fuese ante Dios con Ella,
rogaron por esta alma que traían a pella,
que no fuese juzgada de acuerdo a su querella.

A este ruego repuso nuestro Dios y Señor:
"A hacerle tanta gracia me mueve vuestro amor:
vuelva de nuevo el alma al cuerpo pecador,
luego como merezca recibirá el honor.

Le serán concedidos de plazo treinta días
que pueda mejorar todas sus malfetrías;
y Yo se lo aseguro, por las palabras mías,
que serán rematadas todas sus fechorías."

Rindieron gracias muchas a Dios los rogadores
porque siempre se apiada de nos los pecadores,
pues libró a esta alma de mano de traidores
que de los fieles son malos engañadores.

Cuando así lo entendió esa gente endiablada,
apartóse del alma que ya tenía ligada;
tómoloa San Proyecto que la tenía ganada,
y le guió a su cuerpo, al que era su posada.

Díjole la Gloriosa Madre del Criador
"Esteban, rinde gracias a Dios, tan buen Señor,
que tal gracias te ha hecho que no podría mayor;
si del mal no te guardas te caerás peor.

Esteban, un consejo aun te quiero dar;
Esteban, es consejo que tú debes tomar:
mándote cada día un salmo recitar,
Beati inmaculati, bien bueno de rezar.

Si tú cada mañana este salmo rezares
y a más a las iglesias los tuertos enmendares,
tu alma ganará gloria cuando finares,
evitarás las penas y los graves lugares."

Resucitó Esteban ¡loado sea Jesucristo!
y al papa refirió todo cuanto había visto,
lo que le dijo Pedro, ese hermano bienquisto
que yacía en gran pena como lo había entrevisto.

Y le mostraba el brazo que tenía amoratado
desde que San Lorenzo se lo había apretado;
pedía por gracia del papa con el cuerpo postrado
que cantase la misa por Pedro el lacerado.

Para que lo creyeran, para ser bien creído,
les dijo que a los treinta días sería transido.
Dijeron todos:"Éste es signo conocido;
si dice o no verdad pronto será entendido."

Entregó ricamente a los desheredados,
a los que hizo injusticia los dejó bien pagados;
se confesó al preste de todos sus pecados,
de cuantos tenía hechos, y dichos, y pensados.

Ya se acercaba el fin de las cuatro semanas,
hasta los treinta días había pocas mañanas;
despidióse Esteban de las gentes romanas,
sabía que las palabras de Dios no serían vanas.

En el día treinteno hizo su confesión
recibió Corpus Domini con toda devoción,
echóse sobre el lecho, hizo su oración,
rindió a Dios el alma, finó con bendidción.





lunes, 4 de febrero de 2013

Milagros de N. Sra. Capítulo Noveno " El clérigo ignorante"

Érase un simple clérigo que instrucción no tenía,
la misa de la Virgen todos los días decía;
no sabía decir otra, decía ésta cada día:
más la saía por uso que por sabiduría.

Fue este miscantano al obispo acusado
de ser idiotam y ser mal clérigo probado,
Al Salve SAnca Parens tan sólo acostumbrado,
sin saber otra misa ese torpe embargado.

El obispo fue duramente movido a saña;
decía: "De un sacerdote nunca oí tal hazaña."
Dijo: "Decid al hijo de la mala putaña.
que ante mí se presente, no se excuse con maña."

Ante el obispo vino el preste pecador;
había con el gran miedo perdido su colorM
no podía de vergüenza, catar a su señor:
nunca pasó el mezquino por tan duro sudor.

El obispo le dijo: "Preste, dí la verdad,
dime si como dicen es tal tu necedad."
El buen hombre le dijo: "Señor, por caridad,
si dijese que no, diría falsedad."

El obispo le dijo: "Ya que no tienes ciencia
de cantar otras misas, ni sentido o pontencia,
te prohibo que cantes, y te doy por sentencia:
por el medio que puedas busca tu subsistencia."

El clérigo salió triste y desconsolado;
tenían gran vergüenza y daño muy granado.
Volvióse a la Gloriosa lloroso y aquejado,
que le diese consejo, porque estaba aterrado.

La Madre piadosa que nunca falleció
a quien de corazón a sus plantas cayó,
el ruego de su clérigo luego se lo escuchó,
sin ninguna tardanza luego lo socorrió.

La Virgo Gloriosa, que es Madre sin dicción,
apareció al obispo en seguida en visión;
dijo fuertes dichos, en un bravo sermón,
y descubrióle en él todo su corazón.

Díjole embravecida: " Don obispo lozano,
contra mí, ¿Por qué fuiste tan fuerte y tan villano?
Yo nunca te quité por el valor de un grano,
y tú mi capellán me sacas de la mano.

Porque a mí me cantaba la misa cada día
pensaste que caía en yerro de herejía,
lo tuviste por bestia y cabeza vacía,
quitásele la orden de la capellanía.

Si tú no le mandares decir la misa mía
como solía decrila, gran querella tendría,
y tú serás finado en el treinteno día:
¡ya verás lo que vale la saña de María!"

Fue con esto amenaza el obispo espantado,
y mandó luego enviar por el prese vedado;
le pidió su perdón por lo que había errado,
porque en su pleito fue duramente engañado.

Mandóle que cantase como solía cantar,
y que de la Gloriosa fuese siervo en su altar:
y si algo le menguase en vesitr o calzar,
él de lo suyo propio se lo mandaría dar.

Volvióse el hombre bueno a su capellanía
y sirvió a la Gloriosa Madre Santa María;
en su oficio finó de fin cual yo querría,
y fue su alma a la gloria, tan dulce cofradía.

Aunque por largos años pudiésemos durar
e infinitos milagros escribir y rezar,
ni la décima parte podríamos contar
de los que por la Virgen Dios se digna mostrar.