En la ciudad de Borges, una ciudad extraña,
acaeció en otro tiempo una buena hazaña :
en Francia fue sonada, también en Alemania,
y es de otros milagros semejante y calaña.
Un monje la escribió, hombre bien verdadero
que era en San Miguel de la Clusa claustrero:
en aquel tiempo era en Borges hostalero;
Pedro era su nombre, de ello estoy bien certero.
Tenía en esa villa, como era menester,
un clérigo una escuela de cantar y leer:
tenía muchos criados que iban a aprender,
hijos de buenos hombres que querían más valer.
Venía un judihuel natural del lugar
por sabor de los niños, con ellos por jugar;
acogíanlo los otros, no le daban pesar,
tenían con él todos sabor de deportar.
El domingo de Pascua, temprano de mañana,
que toma Corpus Domini toda la grey cristiana,
tomóle al judihuelo de comulgar gran gana:
comulgo con los otros el cordero sin lana.
Y mientras comulgaba con muy grande presura,
el niño judihuelo alzó la catadura
y vio sobre el altar una bella figura,
una dueña muy bella con muy gentil criatura.
Y vio que aquella dueña que allí sentada estaba
a los grandes y chicos ella los comulgaba;
págose de ella mucho: cuanto más la cataba
de su hermosura tanto más él se enamoraba.
Salióse de la iglesia muy alegre y pegado,
fuese luego a su casa como tenía vezado;
lo amenazó su padre porque había tardado,
que era merecedor de ser bien fustigado.
"Padre-le dijo el niño- yo no os negaré nada,
que con los cristianillos salí de madrugada,
con ellos oí misa ricamente cantada,
y comulgué con ellos de la hostia sagrada."
Pésole de esto tanto al malaventurado
como si lo estuviera o muerto o degollado
no sabía con la ira qué hacer el endiablado,
hacía figuras malas como un endemoniado.
Tenía adentro en su casa este perro traidor
un horno grande y fiero que daba gran pavor
y lo hizo encender el loco pecador
de manera que echaba soberano calor.
Tomó a este niñuelo el falso descreído
así tal como estaba de calzado y vestido;
dio con él en el fuego bravamente encendido:
¡mal recibía tal padre que tal hace a su hijo!
Metio la madre voces a grandes carpellidas,
tenía con sus uñas las mejillas heridas;
hubo allí muchas gentes al momento reunidas
que de tan fiera queja estaban aturdidas.
El fuego, aunque era bravo, hizo de tal manera
que no lo dañó un punto: piadosa fue la hoguera;
el niñuelo bien salvo salió del fuego a fuera:
del rey Omnipotente un milagro era.
Estaba en paz el niño en medio la fornaz,
en brazos de su madre no estaría más en paz;
del fuego no cuidaba más que de otro rapaz,
que le hacía la Gloriosa compañía y solaz.
Salió de aquella hoguera sin ninguna lesión,
el calor no sintió más que otra sazón,
no sufrió tacha alguna, ni más tribulación,
porque Dios había puesto en él su bendición.
Preguntáronle todos, judíos y cristianos,
cómo pudo vencer fuegos tan soberanos
cuando él no mandaba ni los pies ni las manos:
quién lo protegía dentro los hiciera certanos.
Respondióles el niño palabra señalada:
" la dueña que se estaba en la silla dorada
con su Hijo en los brazos sobre el altar sentada,
ésa me defendía y yo no sentía nada."
Entendieron que era Santa María ésta,
que en tempestad tan fiera tuvo defensa presta;
cantaron grandes laudes, hicieron rica fiesta,
pusieron tal milagro junto con la otra gesta.
Cogieron al judío, al falso desleal,
a aquel que había hecho a su hijo tan gran mal,
ligáronle las manos con un fuerte dogal
y dieron con él dentro de ese fuego caudal.
El tiempo de contar unos pocos pepiones
tardó él en tornarse cenizas y carbones:
no decían por su alma ni salmos ni oraciones,
más decían denuestos y grandes maldiciones.
Decianle mal , le hacian mala ofrenda,
decían por Pater Noster " Quien tal hace, tal prenda",
de la comunicanda Domni Dios nos defienda,
y con el diablo sea esta maldita prenda
Tal es Santa María, la que es de gracia llena,
por servicio da gloria, por deservicio pena,
a los buenos da trigo, a los malos avena,
los unos van en gloria, los otros en cadena.
El que le hace servicio es de buena ventura,
quien le hizo deservicio nacío en hora dura;
los unos ganan gracia y los otros rencura:
a buenos como a malos su hecho los mestura.
Los que tuerto le hacen o que la desirvieron,
ganaron merced de Ella, sí bien se la pidieron:
nunca rechazó a aquellos que bien la requierion,
ni en cara les écho el mal que antes le hicieron.
Por probar esta cosa que afirmada tenemos ,
digamos un ejemplo hermoso que leemos:
cuando fuera contado, mejor aún lo creeremos,
de buscarle pesar mejor nos guardaremos.
CAPITULO VEINTIUNO DE COMO UNA ABADESA FUE PREÑADA, Y POR SU CONVENTO FUE
ACUSADA, Y DESPUÉS POR LA VIRGEN LIBRADA
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Amigos y señores, compaña de prestar,
ya que os quiso Dios traer a este lugar,
si quisierais aún otro poco esperar,
de otro milagro más os querría yo hablar....
Hace 11 años
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