BERTROL

martes, 26 de marzo de 2013

Milagros de nuestra señora, capítulo décimo. "Los dos hermanos"

En la villa de Roma, esa noble ciudad
que es maestra y señora de toda cristiandad,
había dos hermanos de gran autoridad;
era clérigo el uno, y el otro potestad.

Pedro decían al clérigo, tenía nombre tal,
varón instruido y noble, del papa cardenal,
pero que entre sus mañas tenía una sin sal:
tenía gran avaricia que es pecado mortal.

Esteban era el nombre que tenía el otro hermano;
entre los senadores no lo había más lozano;
era muy poderoso en el pueblo romano;
tenía en prendo prendis muy bien hecha la mano.

Era muy codicioso, mucho quería prender,
falseaba los juicios por mejorar su haber,
tollía a todo el mundo lo que podía toller.

Con muchos juicios falsos que echó de paladares
a San Lorenzo el mártir le quitó tres casares,
y perdió Santa Inés por él buenos lugares
y un huerto que valía de sueldo muchos pares.

Murióse el cardenal don Pedro el honrado
y se fue al purgatorio como lo había ganado;
antes de pocos días fue Esteban finado,
y atendía tal juicio como los que había dado.

San lorenzo lo vio, católo feamente,
apretólo en el brazo tres veces duramente;
quejóse don Esteban bien adentro del vientre:
no oprimieran tenazas de hierro más cruelmente.

Y lo vio Santa Inés, a quien él quitó el huerto;
le volvio las espaldas y le dio rostro tuerto.
Entonces dijo Esteban: "Mala seña es por cierto;
toda nuestra ganancia nos salió por mal puerto."

Y Dios nuestro señor, alcalde derechero,
al que no se le encubre bodega ni cillero,
dijo que fue este hombre pésimo ballestero:
"Cegó a muchos hombres, no a un señero,

desheredó a muchos por mala vocería,
siempre por sus pecados tramaba alevosía
y no merece entrar en nuestra compañía :
vaya a yacer con Judas a aquella enfermería."

Tomáronlo con lazos los guerreros antigüos
los que siempre nos fueron mortales enemigos;
dábanle por pitanza no manzanas ni higos,
sino vinagre y humo, heridas y pelcigos.

Esteban vio a su hermano con otros pecadores
donde estaba el mezquino en muy malos sudores:
daba voces y gritos, lágrimas y clamores,
tenían gran abundancia de malos servidores.

Ya a su alma habían llevado cerca de la posada
do nunca vería cosa de que fuese pagada:
no vería sol, ni luna, ni la buena rociada,
y quedaría en tiniebla, como emparedada.

Dijo: "Decidme, hermano yo saberlo quisiera:
¿por qué culpa estáis en condena tan fiera?
Porque si dios lo quiere, y yo hacerlo pudiera,
os buscaría socorro del mundo que supiera."

Dijo Pedro: "En la vida traje gran avaricia,
túvela por amiga a vueltas en codicia;
por eso ahora estoy puesta en tan mala tristicia;
quien tal hace tal pague, esto es fuero y justicia.

Pero si el Apostol, junto a su clerecía
cantase por mí misa tan solamente un día,
confío en la gloriosa Madre Santa María
que me daría Dios luego alguna mejoría."

Este varón Esteban de quien hablamos tanto,
aunque muchas maldades traía bajo el manto,
tenía una bondad, y era que amaba a un santo,
tanto, que no podríamos mostrar nosotros cuánto.

Amaba a San Proyecto, mártir de gran valor;
guardaba bien su fiesta como a muy buen señor:
le hacía rico oficio, y también gran honor
con limosnas y clérigos cuanto podía mejor.

Y a Lorenzo y a Inés, aunque muy despechados,
porque fueron por él antes desheredados,
moviólos la piedad quedaron amansados,
y ambos cantaron más a Dios que a sus pecados.

Fueron hacia Proyecto, de quien fuera rendido,
dijéronle; "Proyecto, no te estés adormido:
piensa un poco en tu Esteban, que anda escarnecido,
dale su galardón porque te hubo servido."

Fue él ante la Gloriosa que luce más que estrella
movióla con gran ruego, fuese ante Dios con Ella,
rogaron por esta alma que traían a pella,
que no fuese juzgada de acuerdo a su querella.

A este ruego repuso nuestro Dios y Señor:
"A hacerle tanta gracia me mueve vuestro amor:
vuelva de nuevo el alma al cuerpo pecador,
luego como merezca recibirá el honor.

Le serán concedidos de plazo treinta días
que pueda mejorar todas sus malfetrías;
y Yo se lo aseguro, por las palabras mías,
que serán rematadas todas sus fechorías."

Rindieron gracias muchas a Dios los rogadores
porque siempre se apiada de nos los pecadores,
pues libró a esta alma de mano de traidores
que de los fieles son malos engañadores.

Cuando así lo entendió esa gente endiablada,
apartóse del alma que ya tenía ligada;
tómoloa San Proyecto que la tenía ganada,
y le guió a su cuerpo, al que era su posada.

Díjole la Gloriosa Madre del Criador
"Esteban, rinde gracias a Dios, tan buen Señor,
que tal gracias te ha hecho que no podría mayor;
si del mal no te guardas te caerás peor.

Esteban, un consejo aun te quiero dar;
Esteban, es consejo que tú debes tomar:
mándote cada día un salmo recitar,
Beati inmaculati, bien bueno de rezar.

Si tú cada mañana este salmo rezares
y a más a las iglesias los tuertos enmendares,
tu alma ganará gloria cuando finares,
evitarás las penas y los graves lugares."

Resucitó Esteban ¡loado sea Jesucristo!
y al papa refirió todo cuanto había visto,
lo que le dijo Pedro, ese hermano bienquisto
que yacía en gran pena como lo había entrevisto.

Y le mostraba el brazo que tenía amoratado
desde que San Lorenzo se lo había apretado;
pedía por gracia del papa con el cuerpo postrado
que cantase la misa por Pedro el lacerado.

Para que lo creyeran, para ser bien creído,
les dijo que a los treinta días sería transido.
Dijeron todos:"Éste es signo conocido;
si dice o no verdad pronto será entendido."

Entregó ricamente a los desheredados,
a los que hizo injusticia los dejó bien pagados;
se confesó al preste de todos sus pecados,
de cuantos tenía hechos, y dichos, y pensados.

Ya se acercaba el fin de las cuatro semanas,
hasta los treinta días había pocas mañanas;
despidióse Esteban de las gentes romanas,
sabía que las palabras de Dios no serían vanas.

En el día treinteno hizo su confesión
recibió Corpus Domini con toda devoción,
echóse sobre el lecho, hizo su oración,
rindió a Dios el alma, finó con bendidción.





No hay comentarios: