De otro milagro más os queremos hablar
que acaeció en otro tiempo en un puerto de mar:
entenderéis entonces, y la podréis jurar,
la virtud de María que obra en todo lugar.
Entenderéis por él cómo es la Gloriosa
por el mar y la tierra, por toda poderosa,
cómo vale aíne, porque no es perezosa,
y nunca encontró nadie madre más piadosa.
Cerca de una marisma que Tumba era llamada,
hacíase una isla a tierra a aproximada;
hacía la mar por ella su salida y tornada
dos veces en el día, o tres a la vegada.
En medio de isla, por las ondas cercada,
había una capilla a San Miguel sagrada:
era celda preciosa, de virtud bien probada,
pero era no poco arriesgada su entrada.
Cuando quería el mar hacia afuera salir
salía a fiera prisa, no se sabría sufrir:
aunque ligero, nadie le podría huir;
pero no poco arriesgada su entrada.
Él día de la fiesta del arcangel precioso
estaba el mar más quedo, yacía más espacioso;
oía el pueblo misa, mas no a son vagarosa,
huían luego a salvo a corso presuroso.
Un día por ventura con la otra mesnada
metió una mujer debilucha y preñada;
no supo regularse muy bien a la tornada,
y estaba arrepentida de haber hecho esa entrada.
Las ondas venían cerca, las gentes alongadas,
tenía con el desánimo las piernas embargadas;
no eran de valerle las compañas osadas,
y había en pequeño término que hacer muchas jornadas.
Sin poder hacer más, todos con aflicción
"¡Sin María, válgase!" decían de corazón.
La preñada mezquina, llena de desazón,
quedóse entre las ondas en fiera situación.
Los que habían salido, como no veían nada,
cuidaban sin duda que había muerte ahogada;
decían: "Esta mezquino fue desaventura;
¡sus pecados tendiéron una mala celada!"
Ellos esto diciendo encogióse la mar,
en muy pocos instantes retornó a su lugar,
queríales don Cristo gran milagro mostrar,
para que de su Madre tuviesen qué contar.
Ellos, que se pensaban seguir por su carrera,
extiendieron los ojos, cataron a la glera
y vieron que venían que venía una mujer señera:
con su hijo en los brazos iba hacia la ribera.
Quedaronse las gente todas maravilladas;
su fantasía, pensaban, las traía engañadas;
pero fueron en poco tiempo certificados
y a Cristo daban gracias, todas mans alzadas.
Dijeron: "Decid, dueña por Dios y caridad,
por Dios os conjuramos, decidnos la verdad,
decidnos de la cosa toda certinidad
y de la preñez cómo os librasteis contad.
Por Dios avino esto, eso no lo dudamos,
y por Santa María, que nosotros rogamos,
y el arcángel Miguel en cuyo honor andamos:
merece este milagro muy bien que lo escribamos."
" Oid -dijo la dueña-, oid, buena compañia;
yo creo que no oísteis nunca mayor hazaña:
será muy bien narrada por toda tierra extraña,
en África y en Grecia, y también en España.
Cuando vi que de muerte libramos no podía,
que de los ondas fiera circundada me veía,
encomendéme a Cristo y a su Madre María,
pues según mi entender de otro no dependía.
Estandome yo en esto sino Santa María,
cubrióme con la manga de su rica almejía:
ya no sentí el peligro más que cuando dormía;
si estuviera en un baño, más leda no estaría.
Sin cuitas y sin penas, y sin ningún dolor
parí este pequeñuelo, loada sea el Criador:
tuve buena madrina, no podría mejor;
me hizo misericordia la Madre del Señor.
En mi hizo gran gracia, no una, y sí doblada:
si por Ella no fuese hubiera muerto ahogada,
y me valio en el parto, que no fuese dañada:
ninguna mujer tuvo madrina tan honrada.
Así fue mi aventura, tal como yo os lo digo;
usó Santa María su gran piedad conmigo.
Así, todos debemos tomar de aquí castigo
y rogarle nos libre del mortal enemigo."
Tuvieron del milagro todos gran alegría,
rindieron a Dios gracia y a la Virgen María,
hicieron un buen cántico toda la cofradía:
podríalo en la iglesia cantar la clerecía.
CAPITULO VEINTIUNO DE COMO UNA ABADESA FUE PREÑADA, Y POR SU CONVENTO FUE
ACUSADA, Y DESPUÉS POR LA VIRGEN LIBRADA
-
Amigos y señores, compaña de prestar,
ya que os quiso Dios traer a este lugar,
si quisierais aún otro poco esperar,
de otro milagro más os querría yo hablar....
Hace 11 años
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